domingo, 1 de mayo de 2011

DUBLIN DIA 13

Como bien predije ayer terminé volviendo al hostel ni siquiera media hora después de intentar salir. Triste, pero cierto. La vida del viajero.
“Hijo de re mil putas! Dejame dormir!!!”. No me animo a gritarlo, pero lo pienso lo más fuerte que puedo, deseando que este sorete me escuche. Parece que están construyendo el subte al lado de mi cama. Recuerdan al roncador del que les conté hace unos días? Bueno, él era un principiante al lado de este. Como un Luke Skywalker aprendiendo de Obi Uan Kenobi. Pero este no es Obi Uan Kenobi, es el fucking Yoda del ronquido. Insoportable. Increible. Y me doy cuenta que no soy el único en esta situación. El matrimonio de australianos que comparten la habitación con migo también están moviéndose en la cama, tratando de hacer todo el ruido posible para despertar al sujeto. Nadie puede con la tarea. Me rindo…en algún momento el cansancio tendrá sus efectos en mi cuerpo y sucumbiré al dulce abrazo de Morfeo. Pero Morfeo se caga en mí. No duermo nada. Ya son las 8 de la mañana y este hijo de puta sigue roncando. Listo, ya fue. Me levanto y me voy a caminar. Dormiré después. A desayunar. Lo mismo de siempre, cereal con leche, tostadas con manteca y dulce, jabalí ahumado y un huevo de Chewacca, en fin, lo normal. Y arrancamos. A caminar un rato por el centro. Como ya fije antes, las jornadas laborales empiezan a las 10 de la matina, irlandeses pajeros. Pero no importa, el dia está soleado así que caminar se vuelve una tarea placentera. Río, filosofía, la profundidad del ser, la vida eterna, la piedra filosofal y el prisionero de Azkaban, la cámara de los secretos no me gustó. De vuelta al hostel, a huevear en la interné, que siempre tiene algo nuevo que ofrecerme. El vicio de esta semana es NICE PETER. Es un genio el flaco, me hace reir muchísimo. Epic rap battles of history, picture songs, the Monday show, viewer mail, etc. Capo. Pero como cualquier cosa, después de dos horas te cansa un toque. Salvo las pelis del Señor de los Anillos. Alguno de estos días me las fumaré de nuevo. Se hace la hora del almuerzo y tengo una necesidad imperiosa de una hamburguesa de Mc Donalds. “Double cheese Burger, mcnuggets and coke, no ice please, thanks”. La mal llamada fast food en Argentina acá funciona bien, no pasan ni 40 segundos y yo ya tengo mi orden. Genial. Y de vuelta al centro a recorrer un poco. Pero cambiemos el recorrido. Entremos a las calles no tan céntricas de Dublin 1 (sí, estoy en Dublin 1, asi se dividen los códigos postales, ya hablaré al respecto con más detalle). Girando y girando me encuentro con una callecita con locales atendidos en su gran mayoría por indios. Digamos que estoy en una encrucijada: me meto en la boca del lobo con tal de ver cosas baratas o me alejo y cuido mi integridad física y moral? Fuck la integridad y la moral, vamos para adentro. No les tengo miedo hijos de puta!!! Entro a una especie de “TODO POR 2 PESOS”…solo que esta vez son Euros. La Gallega me tiró una frase el otro día que me está sirviendo bastante: “el que convierte no se divierte”. Así que dos pesos, dos euros, dos libras es todo lo mismo…siguen siendo dos. Es el lugar perfecto para buscarme un nuevo hobby. Recordarán que hace un par de días me compre el irish whistle, pero el problema es que tocado por mi hace mucho ruido no agradable para la mayoría de las personas, por lo que se complica practicar. Pero recorriendo este local encuentro algo perfecto, que se ajusta a mis necesidades como la calza que ajusta los huevos de los travestis de Amerika. EL CUBO DE RUBIK. Genial. No hace ruido, ocupa tiempo y me hace ver como un nerd frente al resto del planeta. Pero no me importa, una mancha más al tigre. Salgo del local completamente emocionado con mi nueva adquisición. De camino al hostel me cruzo con un Naker que ya conozco. Qué mierda son los nakers? Se estarán preguntando. Me encanta que me hagan estas preguntas. Me dan motivo para seguir escribiendo. Los nakers vienen a ser un equivalente del villero porteño. Pero no en toda su connotación. Estos tipos anda por la calle pidiendo monedas y cambio. Son muy fáciles de reconocer. Andan todos duros por la droga, caminan como robots. Además de estar ultra borrachos. Y al ser irlandeses la borrachera se nota a la legua. El color rojo que toma su pálida piel es incomparable. Lo gracioso de estos nakers es que comparándolos con la Argentina son como nenes de pecho. Son todos rubios de ojos azules. Los cabezas se los comen en Paty si llegan a ir para abajo. Pero no divaguemos, odio irme por las ramas. Volviendo al naker conocido, hace unos días me frenó por la calle y me pidió una moneda. Viendo que estaba reacio a dársela inventó una historia sobre la muerte de algún familiar cercano y que necesitaba la moneda para el viaje en colectivo. Pobrecito, no sabía de donde vengo. Pero le puso tanta voluntad a la historia que le di la moneda. Claramente no tenía que ir a ningún lado, por lo que hoy me lo cruzo de nuevo. Y no me reconoce. Y me vuelve a pedir una moneda. Muy educado dicho sea de paso. Lo primero que te preguntan es si sos de Dublin, para identificar al extranjero. Se ve que los locales ya ni pelota les dan. Después de hacerme el speech le digo que ya nos conocemos, Me dice que no. Le digo que si y le recuerdo la historia que me contó obre el fallecimiento de su familiar. Apenas se aviva se va corriendo. JUAN, EL TERROR DE LOS NAKER. Lindo título para una película. De vuelta al hostel a coser. Me olvidé de decirles. En la calle india también me compre un kit de costura. Se me rompió la mochila. Estoy aprendiendo de todo en este viaje. Una vez en el cuarto desarmo toda la mochila y me pongo a coser. Durante esta cosida entra al cuarto el matrimonio australiano que compartió mi poco sueño la noche anterior. Ella se va para la ducha y yo me pongo a charlar con él. Reede. Macanudo el loco. Charlando y charlando descubrimos que los dos jugamos fútbol, y en un gesto de caballerosidad extrema me regala su camiseta del seleccionado australiano. Pero este argento no puede quedarse atrás. Aprovechando que tengo la mochila desarmada busco entre el bulto de ropa y saco la gloriosa 9 de “La Chancha”. No lo dudo. Se la entrego. Siento algo de dolor. Esa camiseta tiene historias. Pero no importa. La caballerosidad ante todo. Nos quedamos charlando y cuando vuelve su mujer nos saca una foto con las respectivas camisetas. Lindo e íntimo momento. Y lo mejor de todo, que el australiano no tiene la menor idea todavía (aunque si tiene dos dedos de frente se va a avivar); la camiseta que le di tiene un valor de 20 pesos. Yo sin embargo vuelvo a casa con una camiseta original del seleccionado australiano. Cuando cabe, cabe.

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