lunes, 27 de junio de 2011

ESCANDINAVIA PARTE 3

No hay dos sin sin tres. Que buen programa. RICOS Y MOCOSOS era una genialidad.
Y llegamos a Dombas. Y nos pasamos de Dombas. El lugar al que nos dirigimos se encuentra en las afueras del pueblo, en medio de la montaña. Luego de subir un par de colinas vemos una casa gigante. “Estos pibes la tienen clarísima…se alquilaron una mansión en el medio de una montaña”. Pero las primeras impresiones generalmente son erróneas. La casa pertenece a la dueña del lugar, una anciana de unos ochenta años, conocida de la familia de Hans. Frenamos frente a la casa y nos apeamos del automóvil (estoy en Barcelona en este momento…tengo que hablar como español para quedar bien). Hans, Daniel y yo avanzamos hacia la casa. En la puerta de la misma hay un sobre que dice “HANS” y adentro, un juego de llaves. Por la antigüedad de las llaves doy por sentado que son para abrir el cofre de algún tesoro vikingo. Pero de nuevo mis primeras impresiones son erróneas. Luego de tocar la puerta repetidas veces y no recibir respuesta empezamos a caminar hacia las camionetas de nuevo, pero, cual película de terror de los años ’70, apenas nos damos vuelta escuchamos abrirse la puerta a nuestras espaldas. Miro hacia la misma y no veo nada. Esto me da miedo. Miro de nuevo y nada. Miro hacia abajo y allí está. Una señora de corta estatura, y cuando digo corta entiéndase no mas de un metro cuarenta de estatura. Se pone a hablar en un rústico alemán con Hans. Por suerte entre el poco conocimiento que tiene la señora del alemán, y el poco conocimiento que tiene Hans del noruego, logran entenderse. La señora nos entrega un vidón de 25 litros con agua potable. Si necesita darnos ese vidón quiere decir claramente que vamos a vivir en una casa algo rústica. Mientras nos dirigimos a la puerta algo golpea mi cabeza con inusitada fuerza. “Los trolls loco…los trolls nos atacan!!!” grito mientras sujeto mi dolorida cabeza y ruedo por el piso para esconderme atrás de un sillón. Hans y Daniel ponen nuevamente LA MIRADA. La viejita solo sonríe. Miro hacia el lugar donde sufrí el atentado contra mi integridad física. Por suerte no hay ningún troll. En su lugar solo está el marco de la puerta. Pero parece ser que las puertas fueron hechas a medida…de la anciana. El marco debe tener un metro sesenta de altura. Me miro las manos y tengo sangre. Pero mi herido orgullo hace que me calle y sonria tontamente para disimular lo idiota que me siento. Le agradecemos a la señora por el agua y volvemos a las camionetas. Lo que sigue es algo que crei que no iba a ser posible lograr. Una subida de unos 45º de inclinación. Para una camioneta 4x4 hubiera sido un juego de nenes, pero para una casa rodante de treinta años de aniguedad…mamita, crei que se iba acantilado abajo. Pero se pudo. Seguimos avanzando un poco colina arriba y allí está: la casa donde viviremos los próximos días. Pero más que casa es una cabañita.


Un rápido vistazo a nuestro alrededor y me quedo maravillado. El ingeniero cósmico jamás me dio un espectáculo tan hermoso. Allí, a escasos metros de donde me encuentro se erige, imponente, majestuoso…UN BAÑO. Hace alrededor de una semana que venimos viviendo en camionetas y utilizando baños de distintas categorías, a saber: estaciones de servicio, campings, bosques, pozos, lagos. Y un pequeño detalle: los baños públicos o de estaciones de servicio, generalmente te los cobran 5 coronas (ya sean coronas noruegas, suecas o danesas). Por lo que tener un baño a mi disposición y completamente gratuito es una grata sorpresa. Entramos a la cabañita, pero esta vez, con el dolor de mi ultimo encuentro con el marco de la puerta todavía latente, esquivo el marco. La cabaña cuenta con una mini habitación con una cucheta, una mini cocina y una suerte de living comedor con un hogar de hierro. Pintorezco, aunque pequeño para nueve hombres de veinte años. La distribución será la siguiente: dos en la cucheta, dos en los sillones del living, dos en el hippie bus y tres en la casa rodante. Ya es tarde, por lo que Jascha y Gunter se ponen a cocinar. Fideos. Esto empieza a tener cierta monotonía, pero no importa. No estamos para lujos. Aunque una salsa de caviar y salmón para los fideos podría quedar fantástica. Cenamos, charlamos y a la cama. Parece ser que mañana Hans nos va a mostrar el lugar donde él y su papá suelen ir de pesca.
A la mañana siguiente me despierta el ruido de gente hablando a mi alrededor. Los chios ya se levantaron hace un rato y preparan las cosas para el desayuno. Pan, queso, pan, queso, no vale puntín. Luego del original desayuno y de lavar las cosas veo que todos empiezan a armar sus mochilitas para ir al lago del que nos habló Hans. “Para que llevan mochilas loco?” “Para llegar a este lago tenemos que caminar dos horas pelado…y estuvo lloviendo estos días…mejor traete un par de medias y algo para cambiarte por las dudas.” Mierda. Dos horas hasta llegar al lago. Lo que significa que también tenemos que caminar dos horas de vuelta. Y todo para que Hans, Christoph y Julius puedan pescar. Pero bueno, para algo vine a tierras vikingas. Pero este vikingo no necesita nada para cambiarse. Media hora después arrancamos. Colina abajo, colina arriba, colina abajo, colina arriba. Y para colmo la mitad del camino está llena de barro. Pero no importa. Tengo que admitir que los paisajes que estoy viendo lo valen. Lagos azules, rodeados de vegetación, y de fondo, montañas nevadas. Imponente. Incluso nos damos el lujo de jugar un rato en la nieve antes de seguir. Una ventaja de esto: cada cinco minutos nos cruzamos con un arrollito que desciende de alguna montaña, por lo que podemos refrescarnos antes de seguir. A pesar de tener lluvia los últimos días parece ser que Odín se acordó de estos turistas y les regaló un dia soleado. Pero estaba tan contento que se le pasó la mano. Hace un calor de cagarse. A la hora y media de caminata llegamos a un gran lago. “Finalmente!!!” Pero Hans me informa que nos dirigimos al lago siguiente, todavía falta. Sin embargo es un buen lugar para hacer una parada. A orillas de este lago hay una cabaña. Nos sentamos allí y comenzamos a charlar. A los pocos minutos noto que Christoph está mirando fijamente hacia una de las ventanas de la cabaña. Y reconozco esa mirada. Yo mismo suelo tener esa mirada cuando tengo alguna idea fantástica. “Vamos a entrar en la cabaña…veamos que tienen adentro.” Dicho y hecho. Agarra un cuchillo de caza perteneciente a Gunter y se pone a trabajar en la ventana, buscando los puntos flojos para poder abrirla. No fue fácil, pero media hora después logra separar la ventana unos veinticinco centímetros de la base, espacio suficiente para que Kai, el ninja del grupo pueda entrar. Una vez adentro Kai destraba las ventanas y todos nos metemos. Es una pequeña cabañita hecha de madera. En su interior vemos varios elementos de pesca: cañas, redes, anzuelos, etc. Y nos ponemos a revisar los muebles y las alacenas. Luego de una rápida inspección salimos de la cabaña para juntar nuestro botín.

La botella verde es un güisky inglés de doce años de antigüedad. Esa botella debe valer, como mínimo, setenta euros. Esto es glorioso. Vodka, licores, güisky, saquitos de té y una revista semi-porno. Una vez arreglada la ventana y con los ánimos renovados por las bebidas recientemente obtenidas seguimos camino. Luego de atravesar una suerte de selva de setos y ramas secas llegamos al lago. Nuevamente quedo anonadado. No, no hay ningún baño cerca. Pero el paisaje es imponente. Increible. Alguien por allá arriba sabía exactamente lo que hacía cuando lo hizo.

Y los muchachos se ponen a pescar, mientras nosotros charlamos y esperamos que tengan suerte, ya que tenemos ganas de agregar algo de pescado a los fideos de esta noche. Dos horas después todo sigue igual. Y la tarde empieza a decaer. Esto lo sé porque tengo reloj, ya que no se puede juzgar por la luz del día. Es casi verano, y estamos en el centro de Noruega. No hay noche cerrada en estos momentos. Son las siete de la tarde y hay tanta luz como hace cinco horas. Pero los ánimos de los que esperamos el pescado empiezan a agotarse. Parece ser que lo único que pescan los chicos son las mismas lombrices que pusieron en los anzuelos antes de arrojarlos al agua. Y así es como volvemos, sin pescado, pero con licor y buenas fotos, como esta:

Pero los pescadores todavía tienen la leche de querer atrapar algo. Por lo que a la mañana siguiente toman sus cañas y arrancan. Julius me invita a unirme a ellos, pero ni mamado camino todo eso de nuevo. Muy lindo el paisaje, bárbaro…pero ni loco. “Hoy vamos a pescar al río, estamos a veinte minutos nomás, copate.” Y bueno, es eso o quedarme jugando cartas con los otros chicos. Además en una de esas descubro que me gusta pescar. Empezamos a caminar y a los pocos minutos atravesamos un pequeño campo lleno de ovejas. Y todos saben lo que se dice de las ovejas. Este es el resultado obvio de vivir con nueve hombres en medio de una montaña noruega (by Hernán Schor):

Llegamos al punto donde vamos a pescar y nos avocamos a la tarea. Cinco minutos después me paro, devuelvo mi caña y regreso a la casa, con la incertidumbre de saber cuál es la parte divertida de pescar. Por favor, que alguien me diga. No puede ser que este sea el hobby más popular del planeta.
Los siguientes días transcurren sin nada digno de ser contado…cartas, caminatas, cartas, baño, etc. Cuando notamos que nuestra estancia en la cabaña se está volviendo monótana decidimos retirarnos. Nos despedimos de la señora (jamás entendí como se llamaba) y encaramos hacia nuestro próximo destino.

Y aquí es donde comienza una parte realmente maravillosa del viaje. El plan es recorrer la costa oeste de Noruega mientras nos dirigimos al sur para poder cruzar hacia Dinamarca. Y el camino nos lleva a través de los famosos fiordos noruegos. Qué carajo son los fiordos? Wikipedia tiene la respuesta:
Un fiordo es un barranco excavado por un glaciar que luego ha sido invadido por el mar, dejando agua salada. Normalmente son estrechos y están bordeados por empinadas montañas, que nacen bajo el nivel del mar.
Cada media hora hacemos paradas para sacar fotos. Es increíble. Cuando se acaba un fiordo nace un túnel que cruza por dentro de una montaña durante uno o dos kilómetros para emerger nuevamente a la luz del otro lado…y a un nuevo fiordo. Luego de un día de viaje llegamos a la región de Stavanger, una de las ciudades más al sur de Noruega, famosa, entre otras cosas por el monumento a Harald Hårfagre, el unificador de Noruega. Tres espadas vikingas de diez metros de altura. Hermoso.

Pasamos la noche en el estacionamiento que se ubica frente a dicho monumento y a la mañana siguiente arrancamos hacia LYSEFJORD o FIORDO LYSE. Es uno de los fiordos más famosos de noruega, porque ofrece una vista desde un acantilado ubicado a 650 metros de altura. Inconvenientes de dicho fiordo: para llegar al acantilado tenemos que hacer una caminata de una hora cuesta arriba. Si a esto le suman el hecho de que llegamos a las siete de la tarde a la base y hay una niebla que sería la envidia de cualquier película de suspenso, podemos deducir que va a estar heavy. Antes de empezar la subida Christoph y Kai comienzan a preparar lo que cenaremos en la cima: SUSHI. No me pregunten de donde sacaron las algas, pero de golpe ambos están cocinando sushi. Que top que somos. Una vez preparado y guardado en las mocholas, arrancamos la subida. Casi muero. No puede ser. Dieciséis años practicando artes marciales, seis años de natación, cinco años de básquet y fútbol regularmente…y no puedo subir esta montaña. Los años no vienen solos. Pero nuevamente lo vale: al llegar a la cima me quedo anonadado. En el medio del precipicio veo un…baño. No, mentira. Pero miren lo que se ve desde la cima:

Luego de sacar fotos varias y quedarnos mirando un rato el espectáculo, comenzamos a cenar.
No creo que haya mucha gente que pueda decir que comió sushi, sobre el borde de un acantilado de 650 metros de altura, en un fiordo noruego.

Una vez finalizada nuestra “frugal” cena emprendemos la bajada. Pero hay un problema. Ya no estamos en el centro de Noruega, estamos en la frontera sur, por lo que aquí si se hace de noche. Y tenemos que caminar una hora, cuesta abajo, siguiendo un camino que no tiene indicaciones y en medio de una neblina terrible.

Increiblemente llegamos todos sanos y salvos a las camionetas. Cada vez más creo que tenemos algunos dioses vikingos de nuestro lado.
A la mañana siguiente nos dirigimos a la costa donde tenemos que tomar un ferry internacional para llegar a Dinamarca. Pero al ver los precios de los ferrys nuestros ánimos decaen terriblemente. En total tenemos que pagar unos mil euros entre camionetas y gente. Totalmente fuera de nuestro alcance. Y que es lo que podemos hacer? Volver hacia arriba y cruzar hacia la comunidad europea desde Suecia? No, jamás. Es demasiado fácil. Cuatro de nosotros decidimos escondernos dentro de los autos. Julius se pasa al baúl del hippie bus y se esconde bajo mantas. Yo me tiro en el suelo de dicho hippie bus y me tapo con las bolsas de dormir. En la casa rodante, Daniel se esconde dentro del baño y Niko debajo de la cama. Una vez hecho esto nos dirigimos a sacar los boletos. Que momento de mierda. Tuve que escuchar como Jascha le decía al agente aduanero “Somos cinco personas entre los dos móviles.” Nuestro plan habrá fallado tan pronto como a alguien se le ocurra decir “Bajen del auto que tenemos que revisarlo”. Además no es que estamos conduciendo un Renault 19, estamos dentro de una camioneta con pintadas hippies y pibes de veinte años. Marihuana debe ser la primer palabra que se le ocurre a la gente cuando ve este auto. Milagrosamente no pasa nada. Le cobran a Jascha y lo dejan pasar. Justo cuando está por arrancar escucho una voz desde afuera de la camioneta “Esperen un momento!”. Mierda, nos agarraron. CONFIESO CONFIESO!!!. Cuando los nervios me están por traicionar escucho “Se le cayó la tarjeta, señor…que tenga un buen viaje.” Era un policía. Creo que nunca tuve tanto miedo…excepto la vez que casi me agarran con todo el quilombo ese de Garcia Belsunce. Una vez arriba del ferry nos bajamos todos rápido de los autos y nos metemos en la sala de viajes, donde nos disimulamos entre la gente y nadie va a pedirnos los boletos. Y así fue como volví a la Union Europea…de forma ilegal. “Guau!!! Que rudo que es este pelado…la tiene clarísima.” Gracias, gracias.

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