domingo, 24 de abril de 2011

DUBLIN DIA 5

Suena la alarma. “This was a triumph, I’m making a note here, huge success…”(8). Hace dos días que no me despierto temprano. El plan para hoy es ir a la distilería Jameson con Guillermo y Stefan Montag, un alemán que entró a mi habitación ayer y con el que pegamos buena onda. Antes de continuar me parece acertado hacerles saber que recuperé mi toalla. Pero no gracias a la China Maligna (ese es su nuevo apodo) sino gracias a la Recepcionista Macanuda. Me acerqué a preguntarle si no había visto mi toalla y por las dudas abrió el armario donde las guardan. Y allí, sobre toda las demás toallas, como imponiéndose sobre ellas, estaba la mía, Toalla Argenta. Ya puedo ducharme normalmente… hasta que China Maligna o Indio Conspirador vuelvan a hacer otra de las suyas.
Retomando, me levanto, me cambio rápidamente y bajo a la sala de desayuno...para desayunar. Desayuno (creo que a esta altura ya se van familiarizando con la rutina) con Stefan (vale aclarar que su apellido, Montag, significa LUNES. Ya me le cagué de risa por eso, descuiden) y a los 10 minutos se nos une Guillermo. Estamos listos. Partamos! Según el mapa solo tenemos que caminar derecho unas 15 cuadras para llegar. Pero todos sabemos que los mapas mienten. Bueno, este no miente. Caminamos 15 cuadras y nos encontramos en la Old Jameson Distillery. Adentro, el paraíso. Botellas, botellitas, botellones, barriles, copas, copitas y copones de güisky. Mientras me babeo y camino como un zombie mirando estas maravillas, Stefan me recuerda que tenemos que sacar la entrada del tour. Me acerco a la caja, digo que soy estudiante, me dan el descuento apropiado y saco un billete para pagar, pero mientras lo estiro un hilo de baba que quedó colgando de la comisura de mi boca se desliza por mi mentón y se deposita sin mucha ceremonia sobre el susodicho billete. El cajero me mira y al ver la expresión de mi rostro me dice, “No te hagas drama pebete, yo estuve así toda la primer semana de laburo acá…no estás solo.” Infinitamente más tranquilo me dirijo hacia la entrada del Tour con mis dos fieles compañeros de aventuras. Voy a ser ultra sincero: el tour es una cagada, por no decir que no vale la pena. Te llevan alrededor de la fábrica en donde unas mediocres figuras de cera representan a trabajadores y te explican cómo se hace el güisky. Pero me tranquiliza pensar que, como al final de todo túnel hay luz, al final de este tour me dejarán deleitar mi paladar con varias medidas de esta bebida espirituosa. Pero al final de este túnel no hay luz, es de noche, graniza y una bandada de palomas pasa sobre le entrada y cagan sobre mi cabeza. Una mísera media medida es lo que me dan al final de tour. Es peor que nada, ya que ahora tengo el saborcito en la boca. Quieren convencerme de que gaste mis valiosos Euros en botellas y botellas para enriquecer sus cochinos y sucios bolsillos burgueses. Y casi lo logran, pero todavía estoy dentro de mis sentidos, a pesar del poder casi hipnótico de ese trago de güisky. Ah, casi me atrapan, pero se necesita mucho más para ganarle al Pelado En Europa.
De camino hacia el hostel, Stefan se las pica. Tiene que agarrar un tour que contrató y sale dentro de 10 minutos. Con el Willy seguimos nuestro camino y una vez en nuestro centro de comandos vamos a la cocina. Un cus-cus y varias charlas después (cus-cus es una comida árabe…no empiecen a decir pelotudeces, gracias) nos separamos. Yo me tengo que encontrar con Mariana (la amiga del gordito cordobés que ya sabemos que es Jujeño y se llama Guillermo) y Teresa, una gallega amiga de Mariana (la amiga del Guillermo cordobés que es un médico jujeño…o algo así). Vamos a ir a un parque que se encuentra no muy lejos del hostel a tomar unos mates. Si, mates. Mariana trajo mate. Llegamos al susodicho parque en menos de 15 minutos. O caminamos muy rápido o estaba más cerca de lo que creíamos. Una vez allí nos tiramos al solcito y que empiece la mateada. Saben que me gusta hacerlos analizar cosas, así que analicen esta situación: estoy en un parque en Dublín, en compañía de una cordobesa (si, Mariana es cordobesa, no como el falso cordobés Guillermo) y la gallega Teresa (“que soy de Valencia, no soy gallega!” “No importa gallega, todos hablan igual…es con cariño”) tomando MATE. A lo lejos se ve un grupo de pibes jugando a la pelota y en el medio del parque hay un obelisco negro. Es más petiso pero más ancho que el nuestro, por lo que la deducción científica sería que los irlandeses la tienen más ancha pero más corta que nosotros. Varios mates y charlas después (y una siestona que me tomé bajo el cálido sol irlandés, que dicho sea de paso, tengo serias sospechas de que se puede tratar del mismo sol que ilumina mi querida patria) nos vamos del parque. Ya son las 6 de la tarde y la idea es comprar cervecita y algo para comer. La cerveza es prioridad, no hace falta aclararlo. Empezamos a caminar y sin darnos cuenta pasamos por la zona de bares, Temple Bar se llama. Y la misma tentación en forma de pregunta nos invade a los 3 por igual: Y si nos tomamos una Guinness antes de volver al hostel? No hace falta hablar, nuestras miradas explican todo lo que tiene que explicarse. Cinco minutos después estamos en un barcito tomando una Guinness. El plus: hay una banda que está tocando en vivo. “Tienen una onda muy The Killers” comento. Y mis dotes superiores no me fallan, apenas termino de decir esto empiezan a sonar los acordes de Mr. Brightside. Soy un capo. Finalizada la Guinness seguimos camino hacia el supermercado. Una idea se fijó en mi cabeza: tengo que comer omelete. Les pregunto a las chicas si tienen ganas de que cocine esta noche, y si les gustan los omeletes. Obvio que si, a todo el mundo le gustan los omeletes. El canasto del super se llena entonces con huevos, jamon, queso cheddar y 10 latas de medio litro de Carlsberg, riquísima cerveza, y por sobre todas las cosas: BARATA. Volvemos al hostel y comienzo a preparar las cosas para cocinar. Los que me conocen (que son todos los que leen porque son los únicos que leen esto) saben que no cocino. Pero así como me conocen en ese aspecto también saben que me gusta demostrar cuan capo soy. No hace falta decir que ofrecerme para hacer los omeletes es solo una excusa para mostrar la grositud de este Calvo. Si vienen leyendo el blog regularmente habrán notado que todos los intentos que realicé para quedar bien fueron fallidos. Este no es la excepción. Los omeletes quedaron geniales, sinceramente me sorprendí a mí mismo, pero tengo un quemadura de segundo grado en el índice de la mano derecha por agarrar mal la sartén. De más está decir que TODOS vieron el momento en que me quemaba.
De todas formas la cena está bien. Somos Willy, Stefan, Gallega (“basta con lo de gallega!”), Mariana y yo. Apenas terminamos empezamos con las birrungas. En la otra punta de la cocina/comedor vemos a una rubietona sentada sola, comiendo un insípido arroz y tomando una cerveza. Me le acerco y la invito a unirse a nuestra improvisada previa. La muchacha, que por su acento deduzco que es yanqui, agradece la invitación y se nos une. Claire se llama. Macanuda la loca. Y lo genial es que ahora más que nada estamos obligados a hablar en inglés, algo que Mariana y Gallega quieren hacer hace rato porque necesitan practicar. Yo no tengo que practicar porque soy un capo. Y se nota. Claire me pregunta donde aprendí a hablar inglés, ya que tengo acento norteamericano. “Hollywood” es mi respuesta. Pero después le cuento de mis dos experiencias de trabajo para el imperio, Vermont y JP Morgan Chase. Apenas dije JP Morgan Chase se avivó que laburaba en el call center. La charla derivó hacia lo mal organizados que están los call center, la mierda que son los automated systems y que no debería haber call centers atendiendo desde otros países, conceptos a los cuales adhiero totalmente. Muy divertida la charla, para nosotros dos. El resto no entiende un carajo. Mejor, quiere decir que no saben lo que es tratar de llamar a un banco o a una compañía de celulares. Un rato después Claire y Gallega se despiden. Tienen que ir a dormitar. Lo mismo hace Mariana. Y yo que ya estoy medio ebrio hago lo que mejor se hacer cuando me encuentro en ese estado: IRME A LA CAMA (si, Chancha, funciono igual que al otro lado del gran charco.)

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